miércoles, 26 de junio de 2013

La charla. Entrevista a Helena Casas: el secreto de una ciclista prodigio

«Ganar un Mundial en estas condiciones sería un milagro» 

Entrevista con Helena Casas Roigé, ciclista profesional vilasecana. 24 años. Estudiante de Psicología por la UOC. Especialista en pruebas de velocidad, reside en Palma de Mallorca, desde donde se prepara para conseguir una plaza para los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016, tras quedarse a las puertas de la cita de Londres. Ahora, superado el Mundial de Minsk del pasado febrero, publicamos una charla que mantuvimos con ella el 31 de diciembre del 2012. En aquel momento, la obsesión de unos mundiales inminentes dominaron la conversación, pero la charla dio para más. Novena en la prueba individual de keirin y séptima en velocidad por equipos en la capital bielorrusa. Nuevo récord de España y mejor puesto en la historia de España en un Mundial en esta prueba. Ya superada, —y de qué manera— la cita, hablamos de ciclismo en pista y del estado del deporte en el concierto internacional.


¿Por qué Palma de Mallorca?

Estaba en Barcelona en el CAR, el centro de Mallorca lo abrieron específicamente para ciclismo en pista, como idea de Joan Llaneras. Contaron conmigo y llevaré allí unos tres años. El centro se hizo en Palma con motivo del mundial del año 2007.

¿Sois muchos de ciclismo en pista en el centro?

Ahora mismo tres chicas y tres chicos de velocidad en pista. Luego están los fondistas, el problema es que el contrato del centro es hasta diciembre, y ya veremos si hay continuidad. Hay recortes y todo, y el CSD (Consejo Superior de Deportes) es el que pasa el dinero. A lo mejor, como está Río dentro de cuatro años, reducen el presupuesto para estos dos, y luego de cara a las Olimpiadas lo vuelven a aumentar.

¿Y cómo os afectan esos recortes?

Dentro de Palma, desde verano, no hay fisios ni médicos ni nada. Ahora mismo el centro no tiene las cualidades para serlo. Hemos logrado la medalla sin ayudas. Por ejemplo, el fisio me he tenido que buscarlo yo en Palma, pagándomelo yo, igual que la nutrición. Estoy en el centro porque tienen la pista, pero todo lo demás, incluido el entrenador, es a título propio.

¿Y qué pasará este año?

Si se termina el centro, cada uno irá a su respectivo lugar a entrenar. Yo hasta el mundial seguro que me quedo en Palma porque es el único velódromo que hay en España de madera y cubierto. Es por eso que me he trasladado allí. En el CAR, en cambio, estaba a unos 20 km. de la pista y era descubierta: en invierno dependes del tiempo, y si llueve tienes que cambiar entrenamientos, y lo pasas mal. En cambio en Palma los tiempos son más parecidos a la competición, luego la adaptación no es tan grande. Lo ideal era que fuera cubierto, pero si no lo han cubierto con la medalla de José Antonio Escudero, ahora con la crisis no creo que se haga. Si en Cataluña hubiera uno de madera y cubierto, me quedaría aquí.

¿Y por qué no la han cubierto todavía?

Siempre decían que iban a hacer uno, pero los años pasan y la pista sigue sin tener techo. Por eso tiene mérito estar a buen nivel internacional, comparado con las chicas de fuera, ellas tienen más ayudas. En el CAR, por ejemplo, no había una rutina, no era profesional. También eso tiene que venir de arriba, del dinero básicamente, para que hayan entrenadores y atención personalizada.

Dice que tiene mérito competir con las chicas de otros países. ¿Por qué?

En Francia, Inglaterra o Australia el ciclismo en pista es mucho más profesional. Aquí no es casi conocido, hay más cultura de ciclismo en ruta. También está un poco manchado todo por el doping todo. En España parece que solo existe el fútbol y ya está. Por ejemplo en Gran Bretaña venden las entradas en dos días. Hay mucho público, se llenan las pistas. Fuera de España hay mucha afición. Aquí viene la familia (risas).

Sí…

Francia, Inglaterra y otros países tienen un cuerpo técnico que se dedica a grabar las carreras en competición y luego nos analizan: qué táctica, desarrollo, pierna con la que arrancas… saben la manera que tienen de correr. En España, no: corres y vuelves a casa. Los vídeos son los que hayan colgados en Youtube. Un año los grabamos pero no analizábamos los vídeos. Falta eso: intentar ser cómo el enemigo. Si tuviéramos más medios… es culpa del interés que hay por la pista a nivel general, de la federación de ciclismo que está más decantada por el ciclismo en carretera y el ciclismo en pista está un poco más olvidado.

Entiendo que es casi un milagro competir en esas condiciones…

Fuera también los centros tienen personas que hacen pruebas de biomecánica y también van a túneles del viento; eso es muy caro y aquí es imposible. Nosotros vamos por intuición a ver qué sale.

Volviendo a los recursos patrios, ¿tan precario es, ahora, un Centro de Alto Rendimiento?

En el CAR hay trabajadores, pero atienden a todos los deportes, y depende de cada federación que haya entrenadores. Nosotras nos teníamos que buscar un poco la vida. Yo empecé con Escudero a entrenar, otro corredor en ese momento, y la situación de él era igual: empezó a leer y se entrenaba a sí mismo; ganó medallas pero gracias a él.

¿José Antonio Escudero, medallista y actual seleccionador de ciclismo en pista?

Sí, es mi entrenador ahora. Estuve en Mallorca con un entrenador alemán y no terminaba de mejorar. Con el cambio de entrenador, la verdad es que muy bien.

¿Por qué cambió?

No tenía un método. Proponías cosas que se podían cambiar y no se cambiaban. Fue por decisión mía de cambiar, y está saliendo bien De haber empezado con Escudero antes, podíamos haber estado en Londres, por ejemplo.

¿Y si tiene que pagarlo usted, de qué vive?

Ahora es como si hubiera estado dos años sin cobrar, pero he vivido de lo que he ido ahorrando, como estaba en el CAR no lo gastaba. Si la situación sigue así, los ahorros se acaban, por eso el Mundial es mi punto de inflexión. Muchas veces te lo tienes que montar tú para ganar algo, y aún así el beneficio tampoco… para mí la clave es el Mundial para poder vivir del ciclismo. Ahora sí, de becas anteriores.

¿Solo le cubren el alojamiento?

Sí, en Barcelona dormir, comida, gimnasio, médicos, nutricionistas: no pagábamos nada. La comida va por nuestra cuenta y los vuelos son algo más baratos.

Supongo que la Generalitat ha tenido que recortar, con el techo de déficit y la que está cayendo.

Aquí hay más deportistas, hay buen nivel general y hay que repartir. Pero en las demás comunidades, por medallas en campeonatos de España ya les dan beca; en Catalunya, no: tienes que haber participado en campeonatos de Catalunya, España, Europa y en el Mundial. Y si tienes Beca ADO, ya no te dan beca en Catalunya. Hay más para repartir, pero hay menos pasta para repartir entre todo el mundo. En otras comunidades dan más dinero. Está un poco desproporcionado.

¿No cuidan a los deportistas profesionales?

No quiero hacer ninguna crítica, pero las becas de aquí están mal, son escasas. Por eso, ganar un mundial en estas condiciones que hay sería un milagro.

Pasemos al ciclismo. Háblenos un poco de las modalidades del ciclismo en pista en las que participa.

En la velocidad individual: son 200 metros, salimos todas las corredoras, y según nuestro tiempo se hacen cortes;  las primeras pasan. Hay enfrentamientos entre las 16 hasta llegar a la final. Sales, das tres vueltas, y cada una allí juega su baza: es mucho de vigilar. La que va delante controla a la detrás, y es todo el rato ir con el cuello girado, el sistema de vigilancia. Juegas mucho con el peralte: si subes te embalas más.
Por otro lado, el keirin va por sorteo en la salida. Salimos en línea y vamos detrás de la moto unas cinco vueltas; la moto se aparta y también es muy táctico. De las 7 que hay, la que va mejor de largo intenta ir delante, o ir a rueda. Es muy táctica esa prueba. El scratch, en cambio, es una carrera normal: sales y la que llega primero gana.

¿Cuál prefiere?

La que se me da mejor, tácticamente, es el keirin. La velocidad en 200 también estoy mejorando el tiempo, ya me gusta más, pero se me da mejor el keirin.

¿Cuándo se decantó por el ciclismo en pista en lugar de la carretera?

Hasta juvenil hacía carretera, y en juvenil de segundo empecé a entrenar más en pista. Siempre he hecho un poco, pero en juvenil ya puedes competir en campeonatos europeos y en el Mundial, así que empecé a practicar más. Ahí ya se notaba más la diferencia porque los países de fuera se encargar de formar una base en la pista, aquí entrenas en carretera y luego haces pista. Y no tenía nada que ver. Es la mentalidad de aquí, de España.

¿Qué falta en la ‘pista’ en España?

Un seguimiento, que es lo que tenía que haber habido siempre, una base que fuera creciendo hasta competir internacionalmente. Gracias a las medallas de Llaneras el centro está. Cuanta más gente haya, más nivel habrá en general. Lo único que falta es una estructura para que crezcan las nuevas generaciones. El Catalunya Team está haciendo un buen trabajo en ese sentido, porque tampoco reciben nada y ayudan a formar a corredores. La Generalitat recorta mucho, este año creo que no ha dado nada, y estamos con la Diputació más algunos patrocinadores de cuadros, neumáticos. Sobreviviendo.

¿Qué exigencias requiere el ciclismo en pista?

Para ser velocista, físicamente más corpulentos y la masa muscular es más abultada. El fondo es más fácil, porque se puede trabajar. La velocidad depende más de la fibra muscular, que sea más rápida.

¿Cuándo se dio cuenta de que valía?

Hubo un campeonato, el primero al que fui. Yo era infantil de primero, y el campeonato era para infantiles de segundo año. Me invitaron porque era en Tortosa. Competía con gente más mayor pero yo veía que las ganaba. Ahí pensé que no se me daba mal. Luego, la competición te sitúa. Al poco que empecé a entrenar, veía que estaba muy separada de las demás, y eso ha podido ser negativo para mí: por no haber habido tanta gente con mi nivel, ha hecho que me confiara en alguna temporada, y es bueno que haya competición e igualdad. Y si quieres ir fuera, eso no es bueno porque te exige menos y creces menos.

¿Quiere decir que no le costaba ganar, por ejemplo, un campeonato de España? Tiene 30 títulos entre 2003 y 2012. Y también el de velocidad en 200.

Ganar un campeonato de España era fácil, sí. Ahora mismo también lo veo en otras chicas, que estamos a nivel internacional en España. Somos tres chicas en velocidad: Tania Calvo, que tiene cuatro años menos, Leire Olaberria y yo. Si hubiera más ayuda, se podría crear una escuela y no habría un desnivel tan alto, sino un peldaño intermedio entre nuestro nivel y las demás.

¿Qué significa tener un récord de España?

Sirve algo para la historia, y como satisfacción personal, pero tampoco es algo que esté reconocido económicamente. Dentro del mundillo no es importante, es como un dato más. Más que nada, significó una buena marca, una mejora en mi rendimiento, y por eso estuve contenta, porque podía hacer ese tiempo. Pasó en Cali, donde me coloqué quinta con ese tiempo, y en los enfrentamientos posteriores avancé una posición.

¿Cuál es la psicología que exige la modalidad?

El ciclismo en pista hay algunas pruebas que son salida y parada. Hay una cuenta atrás, y entrenamos mucho la sincronización con el reloj. La concentración es importante en todas las pruebas. En el keirin, la psicología no te permite dudar, porque es muy: si se te pasa por la cabeza ir hacia adelante, esa es la idea. Cuando dudas, has perdido porque otra reacciona antes que tú. También requiere de mucho control en el contacto que hay en carrera, que no te desconcentre, y sobre todo en la respiración. No salir nerviosa, por eso trabajamos bastante la relajación, antes de competir hay que salir tranquilas de corazón. Hay que mantener la energía.

Dígame que se le da bien en el aspecto mental.

Con la presión ahora te digo que sí que me gusta, pero se pasa mal. Estás todo el día pensando en lo mismo, pero me concentro bastante en competición. En competición no me vengo abajo, al contrario.

¿Te costó mucho adaptarte a la especialidad?

Al principio sí, y el velódromo impone bastante cuando empiezas a rodar. Tienes que acostumbrarte a no dejar de pedalear, no se te puede ir la cabeza, sino puedes salir volando de la bicicleta. Y luego subir hasta arriba en el peralte. Es ir a tope, a saco, en la velocidad. El keirin requiere igual pensar un poco más, pero también es muy instintivo y muy animal.

¿En qué te influye ser deportista profesional en tu vida diaria?

Me influye en cuidar más la dieta y no salir mucho. Cuando estoy en Mallorca no salgo nunca. Aquí algo más. No puedo beber alcohol ni fumar. Tampoco caminar mucho para no cansarnos. Las ciclistas caminamos poco (risas). En serio, hay que hacer pocos esfuerzos fuera del entrenamiento porque si no al día siguiente no estás completamente bien para el entrenamiento.

Tema obligado: el dopaje. Ya me ha dicho que lo está esperando, ¿qué quiere decir?

Encuentro bien que haya un control para que no se consuman sustancias prohibidas, pero el ciclismo en general está muy mal visto por este tema, y todo no es todo doping. Hay otros deportes que están menos controlados en este sentido, y puede haber igual o más. Y no, no quiero decir ninguno en concreto.

Es la imagen que está dando.

Sí, pero es lo único que sale, no dan a conocer otras cosas. La gente quiere ver unas cosas como el Tour, pero es inhumano. Por un lado quieren ver un espectáculo, pero para poder hacerlo tienen que ir muy al límite.

¿Usted se ha enfrentado a algún control?

Hay el mismo tipo de controles que en ciclismo en pista: por sorteo, en el campeonato de España no falla, etcétera. Si haces medalla en Olimpiadas, también. Nos hacen rellenar fichas para tenernos localizados por si en un momento dado nos quieren hacer un control. Por ahora no se me han presentado, pero pueden ir a las seis de la mañana a casa, y eso sí que me parece un poco excesivo. Hay deportes que no tienen el mismo trato, y en el ciclismo hay muchas más cosas y en la prensa parece que solo exista el doping.

¿Cuál es su próximo reto?

Ir mejorando y consolidándome en la élite y el objetivo a largo plazo es estar en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro. Está clarísimo, después de no haber estado en Londres, porque me quedó una espinita clavada, y ahora tengo súper claro que tengo que aprender y mejorar.

¿Qué crees que puede alcanzar?

Eso nunca se sabe, porque a lo mejor piensas que una marca es tu techo, y luego al poco la superas. Cuando vi mi marca en Cali no me la creía, y lo he superado. Yo tengo bastante confianza en mí misma, así que no te sabría decir. Creo que puedo ganar un Mundial y hacer medalla en los Juegos Olímpicos, no hace falta ganar tampoco. Por ejemplo, la prueba del keirin es muy abierta, y como depende de muchos factores, es probable que me pueda colar. No es algo imposible tampoco. Así que no se descarta estar en medalla en mundiales y en las olimpiadas, pienso que podría ser posible. 

Se acaba la charla. Le pido un autógrafo. Ríe, piensa que es broma, y me acaba firmando con dedicatoria, una dedicatoria secreta, entre risas y rubores. Quiero ser de aquellos, pocos, que guardan un autógrafo de una futura medallista olímpica. Suerte.


Luis Alberto Moral Pérez (@luisalberto_m)


Fotografía del pódium de la medalla conseguida en Glasgow en noviembre de 2012. 

jueves, 13 de junio de 2013

El lector contemporáneo y el moderno gafapasta

Seguimos con piezas de análisis acerca de medios digitales y nuevas propuestas; hoy nos centraremos en el magazín Jot Down, expresión inglesa que significa tomar nota. Jot Down es un proyecto de amplio espectro en el que encontramos productos muy variopintos bajo el paraguas de la manifestación cultural. Contemporary culture mag, así de redondo y extranjero, muy del gusto moderno. Es curioso el asunto de la procedencia de los nombres: los que prefieren arraigarse en el casticismo más retrógrado, escogen por contra conceptos de viejo cuño castellano: La Gaceta, La Razón. Hay que andarse con cuidado hacia donde pone uno el ojo, de la misma manera que no es lo mismo llamar a tu hija María de la Concepción que Jennifer.

Más que los contenidos que ofrece de manera gratuita la web, pretendemos poner de relieve algunos aspectos fundamentales del modelo de negocio de la revista digital. Y para ello seguiremos los puntos clave desarrollados por la entrevista a los fundadores de Jot Down Magazine, del blog Periodismo sin bolsillos. Una charla breve a la vez que directa, que radiografía la columna vertebral del proyecto digital, y su peculiar visión de un periodismo tan a contracorriente como esperanzador. Empezamos.

Jot Down nace de la vocación por los textos culturales de un grupo de amiguetes: «un día, durante el aperitivo, nos pusimos a pensar en la revista que nos gustaría comprar y decidimos que sería una bonita aventura editarla nosotros mismos. Teníamos muchas ilusiones y ninguna certeza». Al partir de la ilusión, quizá se tenga una mayor osadía en dirigir el proyecto, porque se parte de lo que realmente se quiere, y si eso está claro no aparecen las trampas de lo convencional, los tópicos manidos: el sesgo de la crisis, temática aburrida y excusa sobada. No es que garantice el éxito, ni mucho menos, ni tampoco hay una relación inevitable entre la ilusión, la inexperiencia y la innovación que, además, funciona. Pero en este caso sí que lo explica. Locos con suerte, dirán. Pues no.

En el origen del proyecto había la creencia de que en Internet tenía que haber espacio para un periodismo distinto, lento, profundo, atemporal, narrativo… Pero era eso, una creencia, una intuición. Sabíamos que íbamos de cabeza contra todo lo que los gurús decían que tenía que ser un medio en Internet, pero nos daba igual. Decidimos probarlo porque, no lo olvidéis jamás, Dios odia a los cobardes.

Esa es la feliz diferencia: artículos largos, tan largos que uno tiene que revisitar, o imprimir —ya saben, viejas costumbres de emigrados digitales— porque la incursión (o escaqueo) en la navegación —para la que se preparan los medios más convencionales— estaba prevista solo para unos minutos en la portada de algunos noticiarios y páginas de entretenimiento. Titulares, gifs y vídeos. Vean el anuncio con motivo del análisis de los minutos por página en diferentes medios. ¡53! Un tiempo necesario para leer, pararse, releer, dialogar con uno mismo, reflexionar, comentar con los demás, responder, y aprender.

Un nuevo lector, menos distraído pero no aburrido, que prefiere conocer y no consumir sobre aquello que le mueve: la película que vio ayer, la frikada de turno de la tele, una reflexión sobre los desmanes políticos de siempre, o el retrato de un personaje histórico de tu equipo de fútbol. Por decir algunas temáticas. Todo lo que aporte algún valor a las manifestaciones artísticas y humanas, desde la ciencia al arte. O también nuevas miradas a la festiva cultura de masas con poca miga, por qué no. Es por la temática deportiva, sin embargo, por el motivo que conocemos el magazín, además de su buen posicionamiento y difusión de los contenidos por las redes sociales.

Entre el blanco y negro nostálgico, colores corporativos de la web; un ambiente idílico —mediterráneamente feliz y sarcástico con los titulares—, la imagen de la marca radica en la diferencia. En la diferencia de un proyecto que nace de la necesidad de ver una revista que no estaba en el mercado. Esto es, firmar un manifiesto de disconformidad con el estado de las cosas y dirigirse a esa minoría cómplice que también espera algo diferente. Perdonarán la digresión: creen que un magazín cultural de este tipo ¿es un proyecto que debe aspirar a abarcar el máximo público posible, cambiando el arquetipo del lector medio y las convenciones del periodismo digital? ¿O, por el contrario, es una web de rarezas, excéntricos y demás especies en extinción, elitista y decididamente minoritario: como la poesía, que solo la leen los poetas? La respuesta, como siempre, estará en los grises que resuelven la facilona dicotomía.

Volvamos al hilo. Pasemos ahora por las características estructurales del medio de comunicación. Una inversión inicial baja —plantilla de wordpress, servidor y dominio—, una red de colaboradores autónomos y una plantilla fija reducida son los puntos fundamentales de Jot Down Magazine. En definitiva: pocos costes de producción y difusión al tiempo que la financiación iba en aumento gracias a la buena acogida de la página, que superó las 400.000 visitas en 2012, al año de la creación del sitio web.

Siempre decimos que Jot Down Magazine no tiene ánimo de lucro, pero tampoco ánimo de luto. A día de hoy hemos conseguido que sea sostenible. El porcentaje de ventas de nuestras ediciones en papel, las segundas ediciones… nos ha sorprendido la fidelidad de los lectores, pero es justamente sobre esta fidelidad sobre lo que puede cimentarse la viabilidad del proyecto. Poco a poco vamos encontrando nuevas vías de ingresos, empezamos a ser un buen soporte para la publicidad (siempre que ésta entienda nuestras normas del juego). 

La carencia del ánimo de lucro nos lleva a la idea de un periodismo originario, al margen de las exigencias económicas de unas empresas que aspiran al máximo beneficio posible. Quizá no tengamos que ganarnos la vida escribiendo; quizá solo sea posible tener un periodismo que valga la pena fuera del mundo crematístico del capitalismo salvaje. El modelo de negocio tradicional está agotado, eso es de dominio público, y la primera gran resaca del siglo xxi nos deja la credibilidad social del oficio por los suelos —sí, así, generalizando un poco—, y el triste recuerdo de una vida digna mientras el futuro es cada día más y más precario. No sería tampoco mala idea que nos mantengan mientras vamos preparando la revolución. Nuestros lectores o nuestra mujer, que el mundo ya está cambiando.

Al margen de la publicidad, «nuestro modelo de negocio, paradójicamente, se sostiene gracias al papel». ¿Y cómo es esto? En este medio hay un espíritu tradicional que difunde de manera contemporánea contenidos culturales —es decir, partiendo de lo digital e incurriendo también en lo transmedia: lo audiovisual—  redirigiendo el papel en ediciones lujosas, o libros y otras cabeceras como Líbero, Panenka o Mongolia. El segmento de mercado al que se dirige prefiere un tipo de producto a la antigua usanza, de una  que sacia la sed bibliófila. Pero no nos engañemos: ese segmento que antepone la calidad queda alejado de las grandes audiencias. De momento.

La distribución de otras cabeceras afines al proyecto suma y no resta en la búsqueda de un público de referencia, pues fortalece un mismo discurso periodístico en la variedad de casos complementarios. La colaboración, pues, sustituye a la competencia, y la lucha por las audiencias pierde el sentido en un sector en el que el reto principal no es tanto el número de clics, sino un trabajo común que aúna los recursos de aquellas revistas con más capacidad para llegar finalmente, todos juntos y más y mejor, a un segmento de público cada vez más identificado, ese nuevo lector:

Y funciona. Y todos ganamos: estas cabeceras han tenido una nueva vía para llegar a sus lectores (y a otros nuevos), las librerías, contenidos de calidad y originales que jamás les hubieran llegado por los cauces convencionales y los lectores, la oportunidad de conocer nuevos contenidos que quizá de otro modo no hubiesen descubierto.



Así que ya saben: Jot Down, crónica de la locura.